lunes, octubre 03, 2005

23 años - 23 personalidades


Bueno, he cumplido 23 años. Y con ello, el nacimiento de una nueva teoría: tengo una personalidad nueva cada año. He aquí el recuento. Porque la bipolaridad está out, súbanse a la camioneta de la multipolaridad:

El normal: me desenvuelvo con sorprendente normalidad en un ambiente. No soy ni un aporte ni una desgracia. En forma tranquila, tomo asiento en algún puesto cerca de una esquina, pero nunca en la esquina.

El extravagante: el desenfreno se apodera de mí y de mis acciones. Se refleja en vestimenta, actitud, desplante y opinión inaudita.

El mercurio: todo es denso. Los comentarios superficiales son mirados con desdén, preguntándome dónde ha quedado la profundidad en el pensar del ser humano.

El ingeniero: todo puede ser explicado como consecuencia del dinero y las matemáticas. Hasta el sentimiento más etéreo del universo puede ser calculado en f(x). El olfato del negocio es una virtud muy desarrollada.

El ingenuo: todo individuo es merecedor del 100% de mi confianza. Cualquier persona es digna de subirse a mi auto cuando pide aventón y mi hogar es de puertas abiertas como un refugio.

El conflictivo: estar de acuerdo es un problema porque arruina nuestra capacidad de debate y nos encierra en una opinión poco diversa y cuadrada.

El resentido: las personas que tienen todo resuelto son débiles y por ende, inferiores. Toda persona que se respete a sí mismo debe vivir en constante cuestionamiento y salir de su burbuja con regularidad.

El político: la sociedad debiera estar resuelta antes que cualquier conflicto individual. La filantropía es parte importante del ser humano que se precie como tal.

El chanero: sé a lo que voy y ellas también lo saben. Sólo basta estar en el lugar adecuado en el momento adecuado cualquier momento.

El orgulloso: mi palabra es la única moneda que manejo y cualquier manifestación en contra de ella, es digna de resolverse en batalla.

El medioambientalista: la pachamama es muy sabia y la evolución es la explicación de todas las cosas. Le debo a la tierra todo lo que soy.

El desubicado: cualquier opinión puede ser expresada mientras se sea honesto, no importa la situación. No importa la naturaleza del odio, mientras sea expresado en forma cómica.

El deportista: la mente se mantiene sana sólo si el cuerpo responde a condiciones extremas. No basta con practicarlo o conocerlo, si no que hay que vivirlo como protagonista y espectador.

El antisistémico: los parámetros y los itinerarios me valen madre. Las reglas fueron hechas para dominar a las masas. Las leyes son como las telarañas: los insectos quedan atrapados y los grandes las rompen.

El ignorante: no necesito prepararme para el mundo del futuro, con mi capacidad puedo lograr cualquier cosa. Ciertamente, el día de mañana aprenderé que no es así.

El maquiavélico: todo se hace en función de las consecuencias y de la trascendencia de éstas. Si la operación da utilidad esperada, todo es justificable.

El débil: en momentos bajos, la formación valórica es transable para parecer fuerte. La fortaleza es aparente, la debilidad carcome las fundaciones básicas. Funciona mientras nadie se da cuenta.

El líder: puedo disparar 6 rondas de órdenes por minuto, muy superior al promedio del mercado. Mi buena gestión y una manga de seguidores flojos hacen más fácil la tarea de la dirección.

El perfeccionista: el detalle es lo que le da sabor a la vida.

El obsesivo: cada palabra oculta 50 palabras más. Todos se mueven en aras de un complot.

El egomaniaco: tengo blog y a todo el mundo debería interesarle mi opinión. Estoy tan bien enfocado que incluso respondo bien a las críticas constructivas. Todas mis fallas están perfectamente bien fundamentadas.

El infantil: yo quiero juguetes y dulces y buenos tratos, no quiero compromisos ni hacerme cargo. Peter Pan en su mejor papel.

El callejero: porque la mejor escuela está ahí afuera. Conozco las calles, conozco los barrios y soy el mapcity humano. El sentido de orientación se agudiza y puedo moverme con facilidad en cualquier territorio, incluso el internacional.

6 comentarios:

kochiz dijo...

El Dawson: vivo por las nenas y muero por ellas, pero al mismo tiempo vivo pensando en los créditos de mi vida, con soundtrack pop cantado por bellas mujeres que nunca tendré. De paso me peleo por la mujer bella pero no me atrevo a decirle "no te vayas con él"
buen post toro, pero sobretodo egocentrico :)

Torosilandia dijo...

jajaja, pero es que el post lo escribió el egomaniaco

Caro Brown dijo...

que rabia, algunas de tus fases se parecen demasiado a la mías...
supongo que eso significa que, en el fondo, todos somos igual de esquizoides.

Anónimo dijo...

mmm y pensar que muchos hemos tenido que enfrentar a alguna de esas personalidades sin saber a cuál nos enfrentamos.....que hermoso detalle, el tiempo disponible me permitió contar cuántas personalidades pusiste, arrfff 23, obvio.

En todo caso rescato unas palabras dichas por ahí en el sentido que de, de una manera u otra, somos todos igual de esquizoides, es claro que nos vemos representados en muchas de ellas. Pero, sin ánimo de alimentar tu hambriento ego, es el talento que tienes para expresarlo la que hace la diferencia y que también rescataría como personalidad, la del "talentoso", claro que a veces ese "talentoso" también tiene su alter-ego.....su lado sith...mmm

Anónimo dijo...

Muy bien, pero te falto el flojo: Aquel que me vino a visitar la semana pasada cuando debia estar dando una prueba.

Torosilandia dijo...

lu6ol... como bien dijo loki, he tratado de detallar aquéllas que pueden distinguirse bien.
En igual forma que el piscola 1:1, el flojo es hilo común entre todos.
O sea, SIEMPRE soy flojo. No es un aspecto particular de mi multiplicidad de personalidades. En cambio, con todas las otras puedes decir: a veces este weon es así, a veces es de esta otra forma. Por ejemplo: hay veces en que privilegio al ingeniero (al economista dijeron por ahí) por sobre el medioambientalista y otras veces es al revés.
Quisiera dejar en claro que eso no significa ser inconsecuente, pero limita con eso.

Y contestando a Elros... creo que lo de talentoso está sobre valorado. Siento ser el vivo reflejo de Donnie Smith (interpretado por William Macy) en Magnolia. Ese "talento" carcomido por el ir y venir hipnotizante del ignorante, el débil y el infantil. Aunque me tengo fe, a esta altura ya califica como fe ciega, sustentada más que nada en las promesas de mi niñez.